Sábado por la noche. 11 P. M. No esperaba que la noche me encontrara en una diatriba semejante. Ya tenía preparada mi maratón en Netflix de Daredevil para ver y disfrutar a solas, porque Melisa tenía su “noche de chicas” y eso me dejaba fuera de la ocasión con un sábado muerto, cuando recibí el llamado.
—Damián tenemos que hablar. Necesito verte ‒dijo Patricia del otro lado de la línea. Sonaba como si hubiera estado llorando y eso solo podía significar problemas, algo que no necesitaba en ese momento.
—No puedo, estoy ocupado. Melisa está preparando la cena para los dos.
—Mentira, Melisa me dijo que hoy era su “noche de chicas” ‒respondió cambiando la voz como si fuera una nena boba que se burlaba de las costumbres de mi novia.
Patricia sabía que era muy probable que pasara mi noche viendo series en lugar de salir como cualquier persona normal. Intenté pensar una excusa que sonara lo suficientemente convincente para permanecer en mi casa, pero nada se me ocurrió.
En ese momento pensé la estupidez que me puso en mi diatriba actual «¿Por qué no cambiar para variar?» Acomodé mejor el auricular en mi oreja y rememoré la cabellera rojiza, los ojos verdes y enigmáticos. Recordé una tontería acerca de las pelirrojas naturales: que eran consideradas hechiceras en otros tiempos. ¿Sería una bruja que se había apoderado de mi corazón? Antes de seguir por esa línea de pensamiento me frené y odié haberme hecho esa pregunta. Tenía una novia perfecta y yo estaba pareciéndome a el cabrón de turno.
Golpeé mi cabeza con el talón de mi mano y por un momento creí que podía existir la amistad entre un hombre y una mujer. Sí, admito que Patricia me parecía una mujer de infarto pero no me veía metiéndome entre sus piernas. Punto para mí. Melisa por mucho tiempo se había comportado extraño cuando estábamos todos en la misma habitación. Luego de varios meses me confesó que creía que entre Patricia y yo existía algo por la forma en la que ella me trataba, me quedé de piedra ante esa confesión y traté de ver lo que me decía. Le respondí que ella simplemente era una buena compañera de trabajo y que no me movía ni un pelo, la verdad era que si lo hacía pero como dije no me generaba tanto para cagarla y enredarme con ella. Melisa era todo lo que un hombre podía pedir y no estaba en mi arruinar la primer relación larga. Así que en un arrebato de locura, que aún no puedo explicar, y haciendo el primer gran cambio me encontré diciendo:
—Voy para allá.
Capaz simplemente quería demostrarme que entre Patricia y yo no existía nada más que una amistad. Idiota de mí. Abandoné mi notebook y la tranquilidad de mi hogar para sumergirme en la aventura de la noche que me propuso por teléfono. Le di un último vistazo al departamento y cerré la puerta. Adiós superhéroe encapotado de Hell’s Kitchen, hola pelirroja curvilínea de ojos verdes. Bienvenida noche de sábado. Por unos momentos sentí que volvía a tener 15 y salía de joda con mis amigos, pero lo que nunca fui capaz de imaginar fue lo que la noche me tenía preparado, ya que no era una simple salida.
Al salir del edificio me percaté que estaba más fresco de lo que creí. Debí haber notado el viento que sacudía las ramas de los árboles y el ulular, que era el sonido de la noche advirtiéndome que me quedara en mi hogar, pero no les hice caso. Fui a la parada del colectivo y vi como perdía uno, no tenía ningún horario que cumplir así que simplemente me disponía a sentarme y esperar el próximo. Eran pasadas las once y le calculé que iba a tener que esperar unos 15 minutos por lo que me sorprendió escuchar el motor acercarse ni bien estaba terminando de acomodarme en el frio banco.
Las luces me cegaron por un momento, pero a mi señal el segundo colectivo se detuvo de repente. Abrió su puerta haciendo un quejido lastimoso de metales viejos friccionando al unísono y subí. Para mi sorpresa el conductor llevaba una camisa negra y una cara de trasnochado que era un tanto sospechosa. Por un momento pensé en que debía bajarme cuando me dedicó una sonrisa amarilla y siniestra, pero no lo hice.
—Hasta Federico Lacroze y Av Cordoba ‒pedí.
—Al cementerio.
—No es antes… ‒respondí pero no me escuchó.
Marcó en su máquina el precio y yo pasé la tarjeta por la lectora que debitó mi cuenta luego de intentarlo torpemente dos veces.
— ¿Estás apurado? Tenés que esperar a que indique la máquina, pibe ‒. Bufó el conductor entre dientes. Con su nariz aguileña tenía el típico perfil de villano de película de terror. O quizás ese tipo era lo suficientemente sospechoso como para ser inocente al final, solo que era un chivo expiatorio del verdadero villano que operaba en las sombras.
Cuando la maquina pitó indicando que había cobrado el boleto comencé a caminar por el pasillo. Los colectivos por la noche daban lastima. Este en particular parecía directamente arrancado de los años cincuenta. No pensaba que todavía vehículos tan viejos transitaran por la noche porteña. Tenía las fórmicas traseras de los asientos pintadas con grafittis hechos de correctores y marcadores, algunos asientos no tenían el apoyabrazos para sujetarse, y las ventanas estaban atoradas y sucias. Caminé hasta el fondo y me senté en el asiento que estaba frente a la puerta trasera, esperando que por lo menos el mecanismo que la abría funcionase bien y no tuviera que bajar por la puerta delantera. No tenía muchas ganas de tener que pasar cerca del chofer, algo en él me había generado una pésima sensación.
Me acomodé lo mejor que pude en el asiento, ignoré a los otros pocos pasajeros y saqué mi celular con mis auriculares que eran mi mejor defensa contra la hostilidad de ese transporte. La luz de la pantalla en un principio me hizo doler la vista, le bajé la intensidad y busqué el reproductor. Seleccioné una canción de Linkin Park con Metheora y rápidamente me olvidé de mi viaje.
No suelo quedarme dormido en ningún medio de transporte, siempre me resultaron incomodos los asientos y el continuo moviente por lo que cuando desperté del golpe que me di contra la bisagra del vidrio me costó ubicarme. El colectivo parecía aún más tétrico que cuando subí, miré a mí al rededor y conté la misma cantidad de nucas. Me acomodé en el asiento al tiempo que bostezaba e intentaba orientarme por donde estaba. No calculaba haberme dormido más que unos minutos y hasta llegar a donde me esperaba Patricia tenía unos 45 de viaje, así que en un principio no me preocupé. El problema empezó cuando al cabo de 5 cuadras no podía darme cuenta donde estaba. Las calles me sonaban pero cuando quería trasladarlas al mapa mental de la cuidad no podía. Saqué mi celular del bolsillo y abrí la aplicación de mapas, el punto me mostraba que estaba a solo unas 10 cuadras de mi casa pero las calles que yo leía en el celular no eran las que leía por los carteles.
Un sudor frio recorrió mi espalda e hizo que me sentara bien derecho, me refregué ambas manos en el rostro y por las dudas me dediqué unos segundos más a mis ojos. Capaz aún estaba medio dormido y creía leer cualquier cosa en los carteles. Volví a prestar atención cuando el colectivo frenó en un semáforo. Claramente leí “Federico Lacroze” en el cartel de la esquina, miré mi celular y se me heló la sangre, esté me indicaba que seguía a solo diez cuadras de mi casa. El colectivo volvió a arrancar y el puntito que me decia donde estaba situado comenzó a moverse pero en el sentido contrario, regresando a mi departamento.
Alcé la vista rápidamente y leí los carteles de la calle que me indicaban que me estaba acercando al cementerio. Volví a mirar el celular y este me decía que estaba parado en la puerta de mi casa «¿Cómo es posible?» pensé «¿Se abra desconfigurado?» Lo bloqueé de un manotazo y lo guardé en mi bolsillo junto con los auriculares, «Al fin de cuentas nunca se puede confiar plenamente en la tecnología porque está llena de fallas» pensé y traté de tranquilizarme.
Volví a mirar al resto de los pasajeros y por primera vez me percate de una cabellera rojiza ondulada que estaba del lado de los asientos dobles contra el vidrio. Con la poca luminosidad que había podía jurar que era la nuca de Patricia pero eso era algo imposible. Unos asientos por delante sentada sobre el pasillo había una mujer de unos 27 años, cabello por los hombros oscuro, nariz pequeña, labios carnosos…
―Melisa…‒me oí susurrar.
Estaba parándome cuando el chofer frenó de golpe y caí de culo en el asiento golpeándome el codo con la ventanilla. Maldije por lo bajo pero ambas personas que minutos antes estaba observando sus nucas se dieron vuelta. Me quedé duro mirándolos, eran dos hombres y ambos tenían el pelo corto, tez oscura y rostro curtido. Sus miradas eran vacías, no tenían la más mínima expresión en sus rostros. Tragué saliva de forma notoria y aparte mi vista de ellos. Un temblor que empezó en mis manos se fue apoderando de todo mi cuerpo «¿Cómo mierda es que acabo de ver a Melisa en la nuca de un hombre?» Comencé a golpearme el rostro por si necesitaba despabilarme pero me sentía muy despierto.
[Continua]
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Nos sucedió algo muy extraño y es que ambas cuando estábamos escribiendo en word llevabamos la cuenta de la cantidad de "palabras" y de no "caracteres", nos estábamos desesperando porqué no podiamos llegar mas al minimo de 5000. Sí, somos unas caídas del catre lo admitimos jajajaja para cuando nos dimos cuenta nos pusimos como locas a ver donde podíamos cortarlo porque tenemos aproximadamente 18000 caracteres.
Es por eso que decidimos subirlo completo en nuestros perfiles de Wattpad, en breve lo publicaremos y haremos una entrada con los links de la historia.
Interesante. Espero la versión larga.
ResponderEliminarHola, la versión larga la subimos a nuestro perfiles de Wattpad :)
Eliminaren la sig entrada vas a poder encontrar los links:
http://elexprimidordelibros.blogspot.com.ar/2016/04/buatales-el-segundo-colectivo-en-wattpad.html
Gracias por tomarte un tiempo y leer esta locura jeje.
¿Cómo sigue, cómo sigue? ¡El pueblo quiere saber! Nos dejan con la intriga. Una historia muy interesante. Ya estoy siguiendo este blog. ¡Saludos! ^_^
ResponderEliminarHola, es una crueldad dejarme con la duda así u.u muy buena historia con mucho suspenso. Me voy a Wattpad a leerla entera porque me quedo sin dormir si no la leo completa.
ResponderEliminar¡Hola! muchas gracias de tomarte el tiempo :) y sí la lees completa espero que nos puedas compartir tu opinión al final. Esperamos te guste y continue teniendo la misma docis de suspenso que sentiste en esta primer mitad.
EliminarBesos :)