Recién llego del cine de ver esta maravilla (muy mala leche) de Pixar que como siempre encuentran la manera de superarse con cada nuevo film que sacan por lo que no diré en este post la frase "no sé como Pixar va a superar esto" porque como dije, debería existir como un Oscar vitalicio para Pixar, y que de una buena vez dejasen competir a los demás film de animacion, en los academy awards.
Lo unico que me asusta de Pixar es que con cada film nuevo se supera el nivel "mala leche" con que le dice las cosas a los padres de los pequeños y a los pequeños que puedan cazarlas también. En la sala tan sólo había 10 o 12 niños, el resto padres y el resto gente grande que 11 años atrás se vio la segunda, quienes aplaudieron dos veces (cuando termino el film y cuando termino el reel de gags de los creditos), acompañandos de muchas lágrimas y emoción. (y es muy complicado lagrimear con los lentes de 3d)
No voy a decir nada mas del film a partir de acá se viene lo que me pasó a mi por la cabeza (o sea mi película interna) que corría cual montaje paralelo a la historia que mis ojos provistos de lentes de cine 3d digital contemplaban:
Primero toda el peso de la nostalgia, en el 95 tenía 9 años así que saquen las cuentas.. de cuando vi la primera toy story hasta el día de hoy. Me acordaba mientras miraba esto del destino de mis viejos juguetes: de todas las veces que doné mis juguetes (casualmente a una guardería a dos cuadras de mi casa) y de como sin embargo, todavía conservo los que mas quiero, no en un ático, arcón o galpón sino en la parte de arriba de mi placard. ( y eso que me recibí este año de mi universidad) y de que incluso era una niña tan maniática que todavía conservo las cajas originales ( y golpeadas por la vida) de mis muñecas Barbie (al menos de las que no sufrieron el destino de ser donadas a la caridad). O sea conservo como mucho 3 barbies, la primera que tuve; Barbie Hollywood, en un estado bastante deficiente pero que aún mantiene sus aros y cabellera larga y rubia original, y dos mas con sus cajas remendadas. (mientras me descosía de la risa con lo que Pixar hacía de los personajes de Barbie y Ken).
Luego me di cuenta que cuando era chica yo tenía el mismo peluche (que para mi era una especie de ratón, y que en verdad era una mochila/peluche) que uno de los personajes de la pelicula, ahora google mediante, me entero que es un personaje de un film de un animé de Miyazaki, por lo que puedo ponerle nombre y decir: ¡Cuando era chica yo tuve un totoro también! ( y ya con lo melanco que estoy voy a correr a buscar este film de un director que me encanta)
Ni mencionar que después de este film, mi amiga y yo, (a quien de paso le dedico el post) salimos de la sala cuando de pronto, caminando sin rumbo, nos encontramos con la vidriera de una jugueteria y cual viejas de 24 años que somos ( o mejor dicho en la posición que Pixar nos ubicó) nos pasamos 5 o 10 minutos criticando lo deformadas y poco proporcionadas (entre cabezonas y flacas escuálidas) de las muñecas y juguetes de ahora y de que ya no había ningún Ken, para pasear el perro, siquiera.
Gracias Pixar por toda la melancolía, el humor y los momentos terribles que nos hiciste pasar en el cine, y sobre todo por hacernos dar cuenta de que los lentes 3d sirven no sólo para el 3d sino también para disimular los ojos lacrimógenos
Esto es todo por hoy amantes del septimo arte!
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grasias por el aporte de la pelicula
ResponderEliminarTengo 10 años más que vos y fui con mis sobrinos.
ResponderEliminarEs verdad que los golpes bajos son para los grandes que los vemos crecer con una rapidez que asusta.
Me lloré todo con o sin lentes.